Una recesión financiera supone un reto importante para cualquier empresa y negocio. Por eso, es importante saber estar preparado para hacerle frente de la mejor manera posible sin ver comprometidos tus beneficios ni el futuro de tu empresa.
1. Reduce tus gastos
Es probable que gastes más de lo que necesitas en alquiler, servicios públicos, marketing, nómina, inventario y otros gastos comerciales. Ahora es un buen momento para echar un vistazo de cerca a tus gastos para determinar dónde puedes recortar.
Quizá haya un edificio de oficinas más asequible al otro lado de la ciudad. O tal vez puedas negociar con tus proveedores y obtener un descuento en el inventario. Sé creativo y piensa en cómo puedes funcionar sin problemas a una fracción del costo.
2. No dejes de comercializar
Contrariamente a la creencia popular, la promoción de tus productos y servicios durante una recesión es esencial. Con marketing estratégico y mensajes creativos, puedes crear conciencia de marca y desarrollar una relación con clientes potenciales.
Si bien es posible que inicialmente no compren de tu negocio, existe una buena posibilidad de que inviertan en tus ofertas en el futuro. El marketing también es esencial si deseas retener a tus clientes actuales y asegurarte de que te sigan eligiendo a ti sobre el resto de competidores.
3. Revisa tu modelo de precios
No se puede negar que tus clientes querrán gastar menos durante una recesión. Revisa tus productos y servicios para determinar si puedes reducir costos y transferirles los ahorros. Una forma de hacerlo es a través de un modelo de suscripción que ofreces a los clientes más por su dinero y fomenta la retención. También puedes ofrecer a tus clientes paquetes de ofertas o ventajas, como envío gratuito o envoltorio de regalo.
4. Toma el control de tu facturación y cobranza
No es raro que las empresas sean más lentas con los pagos a los proveedores en medio de una recesión. Aunque retrasar los pagos para preservar el flujo de efectivo es tentador, hacerlo puede costarte caro y darte una idea inexacta de cómo te está yendo financieramente. Todos los pagos que debe eventualmente se te acercarán sigilosamente.
Además de pagar a tus proveedores a tiempo, asegúrate de contar con un sólido programa de cobranzas. Crea contratos bien escritos, envía facturas con prontitud, haz un seguimiento regular de los clientes y pon tarifas por pagos atrasados. Si bien los términos de pago pueden variar, el estándar es de 30 a 60 días.
5. Deshazte de los clientes problemáticos
No todos los clientes son iguales. Algunos serán más molestos y costosos que otros. Revisa tu base de clientes y finaliza los contratos con aquellos que piden más, a menudo se quejan, pagan tarde o pagan de menos.
Si decides que algunos clientes no valen la pena, revisa los términos de tu contrato para que puedas salir de la relación comercial de manera segura. Puedes reemplazarlos con clientes mejores y más rentables que valgan su tiempo y esfuerzo.